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La ¿restauración? del puente romano de Córdoba

La ¿restauración? del puente romano de Córdoba

La construcción del puente romano de Córdoba se remonta a los tiempos del emperador Augusto, a principios del siglo I d.C., con la finalidad de sustituir, probablemente, uno más primitivo de madera. Cuenta con unos 331 metros de longitud y está compuesto por 16 arcos (si bien en su origen tuvo 17). Desde su construcción, este puente fue una importante vía de entrada a la ciudad desde la zona sur de la península Ibérica, siendo el único punto que permitía cruzar el río Guadalquivir sin utilizar embarcación alguna. De hecho, es muy probable que la Vía Augusta, que comunicaba Roma con Cádiz, pasara por él.

 

En los últimos siglos, el puente romano se convirtió en el acceso de entrada a la ciudad para quienes acudían desde el sur de Córdoba. De hecho, la Puerta del Puente – el fielato sur de la ciudad (donde se pagaban los derechos de consumo) – se situaba al final del puente. Además, a esto hay que añadir que el puente romano fue parte integrante de la N-IV hasta el 1 de mayo de 2004 cuando se cerró al tráfico rodado de forma definitiva, comenzando en esta fecha las labores de restauración que nos ocupan, que finalizaron el 9 de enero de 2008.

 

Y es aquí donde quería llegar para pronunciarme sobre lo ocurrido en esta última ‘restauración’. Conozco el hecho de que a lo largo de su historia el puente ha sufrido numerosas reconstrucciones y arreglos, que lo han mantenido con una apariencia ‘bastante romana’, permítaseme la expresión, hasta hace unos años. Sin embargo, ha sido en los últimos cuatro años cuando el puente ha cambiado su aspecto original, en una restauración muy radical, no exenta de polémica en absoluto, dirigida por el arquitecto cordobés Juan Cuenca, y que pretendía devolver al puente una visión más parecida a la que tuviera en época romana. Por ello, se limpiaron los tajamares, se descubrieron los sillares originales, se sustituyó el adoquinado por un suelo liso de granito rosa y se rehabilitó una hornacina existente dedicada a San Acisclo y Santa Victoria, conservando así el recuerdo a estos mártires cordobeses.

 

Hace aproximadamente un mes que visité Córdoba por última vez para contemplar de primera mano el arte y la historia que guardan los numerosos rincones de la ciudad califal. Sin embargo, al llegar al río Guadalquivir dejé de respirar historia súbitamente. No podía creer lo que veía. ¿Es este el puente romano? ¿Me habré equivocado de zona? Pues ojalá… pero no. No estaba equivocado. Aquella ‘nueva construcción’ era el puente romano de marras. Al igual que el resto de visitantes que llevaban unos años sin visitar Córdoba, miraba absorto la intervención realizada, sin evitar recordar otro polémico aborto en materia de restauración, también ocurrido en España: la intervención del Teatro romano de Sagunto, donde el arquitecto encargado debió olvidar que existían las leyes del Patrimonio Histórico Español, e hizo lo que le vino en gana, convirtiendo la restauración en una lamentable remodelación, y la historia en una farsa, al igual que se ha hecho en Córdoba con el emblemático puente.

 

Quisiera haber publicado antes las presentes líneas, pero leí hace poco en una revista especializada de arte un artículo que me llamó la atención, y del que transcribiré unos fragmentos para concluir, puesto que vienen como anillo al dedo.

 

« […] Ascensión Hernández considera que la intervención siempre debe ser “mínima, claramente discernible y, a poder ser, reversible: Promover el uso de copias nos puede llevar peligrosamente a la creación de parques temáticos. Pero parece que nuestros gestores culturales y políticos no se sienten atraídos por una labor de conservación y mantenimiento, ya que esta tarea, discreta pero sumamente efectiva, no da lugar a inauguraciones, ni a publicidad institucional”. […] Arturo Franco piensa que éste es el eterno debate entre Ruskin y Viollet Le Duc: “Lo único que se puede exigir es un trabajo de documentación exhaustiva y confiar en la sensibilidad, el talento y el sentido común de cada arquitecto. Frente al abandono, la conservación; frente a la restauración, la rehabilitación”» 

DÍAZ-GUARDIOLA, Javier, «El estrés de los monumentos». Descubrir el Arte. Núm. 115 (septiembre de 2008), p. 39.

 

 

 

Algunas fotografías y comentarios ajenos en:

http://www.eldiadecordoba.es/article/galeria/25314/nuevo/aspecto/puente/romano.html

http://rufadas.com/2008/01/11/el-puente-romano-de-cordoba/

 

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